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Desde tiempos inmemorables bajo el folclore de miles de culturas, la comida ha sido un elemento fundamental en la creación de tradiciones y celebraciones familiares. Gracias a la comida, el ser humano ha logrado expresar sentimientos, desarrollar ideas y generar sensaciones de bienestar en los paladares de millones de personas. Sin embargo, gran parte de esta evolución culinaria se debe al desarrollo de la industria agrícola y alimenticia, permitiéndonos acelerar procesos de elaboración de recetas ofreciéndonos góndolas llenas de ingredientes con tamaños, texturas, colores y lo más importante; sabores diferentes.

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Gracias a nuestro sentido del gusto y las 6 categorías de sabores que podemos diferenciar, (amargo, ácido, umami, salado, picante y dulce) hemos desarrollado combinaciones que pueden alterar a nuestro organismo física y emocionalmente, desde ser capaces de crear chocolates o postres que te mejoran el estado de ánimo aumentando tus endorfinas, hasta usar comida picante que descongestiona tu sistema respiratorio.

Sin nuestro sentido del gusto nos veríamos enfrentados a no poder diferenciar los sabores de los alimentos, por ende no tendríamos sensaciones de placer y quizá nuestra nutrición sería más simple. Como seres vivos, está comprobado que a nivel sensorial el hambre nos afecta disminuyendo los niveles de dopamina, esto implica que tengamos menos control sobre nuestras emociones y seamos más propensos a sufrir de ansiedad, confusión mental, agresividad y lentitud en el pensamiento, en pocas palabras como dice el eslogan de Snickers “No eres tú cuando tienes hambre”.

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Por esta razón como ya es conocido, muchas marcas de paquetes, sodas y golosinas, (principalmente) en la última década han ampliado su oferta de productos incluyendo sabores de animales, frutas y verduras poco frecuentes entre sus presentaciones, con el fin de llamar la atención de nuevos consumidores y aumentar la curiosidad entre las personas haciéndoles imaginar a qué sabrá.

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Este tipo de acciones de marca pueden ser contraproducentes si no se hace un estudio previo de las costumbres gastronómicas de la región y se usan técnicas básicas de marketing como focus group y product samples. Por ejemplo en México es muy común encontrarse con dulces picantes, o en Japón con sabores extravagantes de comida de mar, sin embargo, si fuéramos a la India muy seguramente no encontraríamos casi ningún alimento con sabor a carne.

Para esta ocasión te traemos 10 ejemplos de sabores exóticos que seguramente crearían una experiencia sensorial gracias a tu sentido del gusto, ¿te animarías a probarlos?

1. Bebida Tang de limón y pimienta (Turquía)

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2. Doritos sabor a yogurt con menta (Turquía)

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3. Chocolatinas Kit Kat con sabor a wasabi (Japón)

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4. Hamburguesas de Burguer King con tinta de calamar (Japón)

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5. Papas Margarita con sabor a mandarina (Colombia)

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6. Yogurt Alpina sabor a café (Colombia)

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7. Granizados con sabor pizza y spaguetti (Canadá)

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8. Gaseosa Pepsi con sabor a mojito (Inglaterra)

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9. Gaseosas Lester’s Fixins con sabor a mantequilla de maní y tocineta (USA)

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10. Helado con sabor a tomate y zanahoria por Häagen Dazs (Japón)

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Pueda que ya hayas probado algunos de los anteriores ejemplos y otros te hayan generado una sensación negativa, sin embargo, es importante entender que el entorno donde se ejecuten tus estrategias de marketing o se hagan lanzamiento de nuevos productos alimenticios a través del marketing gustativo, va a ser un punto definitivo en el éxito o fracaso de tus estrategias. Gracias a la diversificación de sabores el lenguaje de las marcas crece de la mano de las culturas, formando una gama de colores y sabores gastronómicos que alimentan y nutren la creatividad de nuestra industria.


Bibliografía

 

 

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